jueves, 23 de junio de 2016

¿Cómo formar hijos emocionalmente sanos?

Les compartimos esta entrevista que hizo Psicología Infantil a Xóchitl González Muñoz, directora de Psicología para Niños, un centro de atención psicológica para niños y adolescentes en la Ciudad de México, y autora del reciente libro "¿Cómo formar hijos emocionalmente sanos?". 

¿Por qué es tan importante educar las emociones en casa? 
Porque la felicidad de una persona depende en gran medida de la capacidad que tenga para gestionar sus emociones. Si alguien no es capaz de manejar adecuadamente su ira, su tristeza, su frustración, incluso su alegría, por mencionar solo algunas de las emociones más comunes, le resultará más difícil llevar una vida satisfactoria. Y no solo eso: de acuerdo con estudios realizados por el Consortium for Research on Emotional Intelligence in Organizations, el éxito profesional se debe, solo en un 23%, a nuestras capacidades intelectuales (inteligencia cognitiva) y en un 77% a las aptitudes emocionales (inteligencia emocional). ¿Qué te dice eso?

¿Cómo surgió la idea de escribir “¿Cómo formar hijos emocionalmente sanos?”, y qué podemos encontrar en él? 
Surgió al darme cuenta de que la mayoría de los casos que trato en mi consultorio están relacionados con dificultades emocionales. Llama la atención cómo los papás suelen preocuparse por que sus hijos obtengan buenas calificaciones en la escuela, desarrollen habilidades deportivas, aprendan a hablar más de un idioma… pero pocas veces se preocupan por desarrollar su inteligencia emocional, aun con lo importante que es. Estoy convencida de que, si algo le hace falta al mundo hoy por hoy, es gente emocionalmente sana: maestros emocionalmente sanos, padres de familia emocionalmente sanos, políticos emocionalmente sanos, líderes de todo tipo emocionalmente sanos; y la mejor manera de empezar a trabajar en ello es hacerlo desde casa, con la mayor parte de la atención puesta en los hijos.

En el libro hablas de que expresar las emociones es algo fundamental para los niños, ¿cómo pueden los padres ayudar a que esto suceda? 
El primer paso es ayudarlos a que las identifiquen desde pequeños. Por ejemplo, ¿cómo un niño va a poder controlar su enojo o su tristeza, si ni siquiera es capaz de reconocer lo que está sintiendo? El segundo paso es no reprimir esas emociones en ellos, sino hacerles ver que es normal sentir tristeza, enojo o desesperación ante distintas situaciones. A todos nos ha pasado y nos seguirá pasando, porque es algo natural en el ser humano. Negar esas emociones puede traer consecuencias graves, tanto a nivel físico como sentimental. De lo que se trata es de reconocerlas y saber qué hacer con ellas.

¿De qué manera influye en la escuela que los niños sean emocionalmente sanos? 
De muchísimas maneras. Para empezar, estará mejor preparado para relacionarse con sus compañeros y con sus maestros de una manera cordial y respetuosa. Por otro lado, se sentirá más seguro y confiado ante los retos, no solo académicos, sino de toda índole, como podría ser un evento deportivo o social. También contará con mejores recursos para sobreponerse a adversidades como la derrota de su equipo de futbol o una mala nota en Matemáticas… los ejemplos son innumerables.

Hablando de fortalezas, ¿qué es lo que pueden hacer los padres para que sus hijos tengan una perspectiva positiva de sí mismos? 
Algo muy importante para que una persona desarrolle una autoestima sana es reconocer sus fortalezas (para potenciarlas) y sus debilidades (para aprender a vivir con ellas y contrarrestarlas en lo posible). En el caso de un niño, los papás juegan un rol fundamental para que lo anterior ocurra. Un error muy común en los padres es procurar su formación tomando más en cuenta sus propios intereses, gustos, miedos y aspiraciones que los de sus hijos. Por ejemplo, si a un niño no le gusta el karate, ni es muy apto para ello, ¿por qué forzarlo a que lo practique, si él se sentiría más seguro y más contento en clases de canto?

¿Qué problemas pueden surgir en casa si no se dan importancia a las emociones? 
Muchísimos y de muy diferente índole: de comunicación, de autoestima (en cualquier integrante de la familia), de conducta, de conciencia… una persona (sea niño o adulto) que no tenga oportunidad de sanear sus emociones será más propenso a vivir en conflicto consigo mismo, con los demás y con su entorno.

¿Por qué es tan importante que primero los padres aprendan a gestionar sus propias emociones? 
Porque, como dicen: “La palabra convence pero el ejemplo arrastra”. ¿Cómo un niño va a aprender a conducirse de manera respetuosa si constantemente ve cómo se agreden entre sí sus papás, por ejemplo? O, ¿cómo va a poder desarrollar tolerancia a la frustración, si sus papás le resuelven todo por temor a verlo sufrir por no lograr lo que se propone? Algo muy interesante es que el libro ¿Cómo formar hijos emocionalmente sanos?, aunque originalmente fue pensado como una guía para que los papás pusieran en práctica con sus hijos, terminó siendo un documento con potencial para generar beneficios en el desarrollo de cualquier ser humano.

El libro se puede adquirir en www.psicologiaparaninoslibros.com

miércoles, 8 de junio de 2016

BLW y el miedo al atragantamiento


Hemos hablado varias veces sobre los beneficios del baby led weaning (BLW, o alimentación complementaria autorregulada).

¿Pero qué pasa con esos padres que quisieran hacerlo pero tienen miedo a que su hijo se atore con un trozo?


No todos los padres están preparados para usar este método de alimentación con sus bebés. Hay que informarse para saber por ejemplo qué alimentos, formas o texturas se deben evitar, o la importancia de que sea el niño quien se lleve las cosas a la boca. También sería ideal ver videos de bebés comiendo así, para acostumbrarse a ver las arcadas como una parte normal del proceso (las hacen como reflejo para sacar trozos grandes que se acercan a la garganta). 
Pero más importante que la manera en que le comenzaremos a dar la comida a nuestros hijos (trozos, machacado, papilla), será la seguridad y tranquilidad que les transmitamos a la hora de hacerlo. Por eso, si eres uno de esos padres que a pesar de haberse informado de los beneficios de no dar papillas, siguen con cierto miedo a los trozos, esta respuesta podría ser para ti. 

"El miedo al atragantamiento es uno de los miedos más frecuentes cuando comienzan a introducirse los alimentos complementarios en la dieta del bebé (incluso, para algunas personas, este miedo permanece a lo largo del tiempo).
La alimentación humana tiene un componente social y emocional asociado muy intenso. Alimentarse no sólo es importante a nivel nutricional, si no también lo es a nivel afectivo. Así, la alimentación del bebé debe ser una situación agradable de interacción para el bebé, pero también para la persona que lo acompaña mientras come. Si tú estás angustiad@ mientras tu bebé come, la hora de comer te genera malestar emocional o tienes miedo, el componente socio-afectivo de la alimentación de tu bebé estará perdiendo mucha calidad, volviéndose negativo. Esto no es beneficioso para el bebé, pues se le está transmitiendo que alimentarse es un acontecimiento estresante, angustioso y potencialmente peligroso, lo cual sienta la base para una relación conflictiva con la propia alimentación en el futuro.
Por ello, es esencial que reflexiones de qué manera te vas a sentir segur@ y cómod@ con la alimentación de tu hij@, puesto que tu propio bienestar emocional frente a la comida es esencial para que él/ella se enfrente a la misma con emociones positivas. Esto es fundamental para el establecimiento de hábitos de alimentación equilibrados y saludables.
Con esto quiero transmitir que es muy importante que alimentes a tu hij@ de la manera con la que tú te sientas confiad@, sin miedo. Probablemente, esto no lo vas a conseguir súbitamente, necesitarás tu propio proceso. En este caso, tan importante es respetar el ritmo del niño como tu propio ritmo y, cuando consigan ajustar ambos ritmos, te sentirás con la confianza que necesitas para alimentar a tu hij@ de la manera que deseas.

Es necesario recordar que no es lo mismo un atragantamiento (el trozo de comida obstruye la garganta) que un ahogamiento (el trozo de comida obstruye el pulmón). 
Cuando se produce un atragantamiento, el niño suele encontrar la manera de gestionarlo y resolver la situación (con o sin ayuda). Mientras más pequeño sea el niño al comenzar con los trozos (por sobre los 6 meses y siempre y cuando al sentarlo mantenga la espalda recta), más probable será que lo resuelva por si sólo, y que no le de mucha importancia (hacen una arcada, sacan el trozo grande afuera, y siguen comiendo como si nada). Con un ahogamiento en cambio, la gravedad es tal, que se necesita asistencia profesional.
Generalmente, los niños, cuando comienzan a probar los alimentos complementarios, se atragantan. Aprender a gestionar un atragantamiento es muy importante cuando se está aprendiendo a comer.
El ahogamiento en cambio, puede producirse cuando se le ofrecen al bebé alimentos inadecuados para su edad (texturas duras o formas redondeadas como los frutos secos; verduras duras cortadas en rodajas, como la zanahoria cruda, o alimentos redondeados resbaladizos, como una rodaja de salchicha). Si se evitan este tipo de alimentos, el riesgo de que se produzca un ahogamiento es muy reducido. Así, si evitas ofrecer estos tipos de alimentos, puede que tu bebé se atragante, pero lo resolverá.

Sin embargo, entiendo que un atragantamiento asusta a muchos padres. y lo que yo recomiendo en ese caso es comenzar de una manera gradual para ir venciendo el miedo. Puedes comenzar a ofrecerle a tu hij@ alimentos machacados con el tenedor (plátano, patata/zanahoria hervida, judías verdes, carne muy picada, arroz blanco muy cocido...). Cuando vayas adquiriendo seguridad con este modo, puedes probar a darle un trozo de alimento blandito sin machacar y, cuando esto esté superado, continuar con alimentos menos blandos.

Es importante tener en cuenta que tu bebé gestionará mejor trozos grandes de alimento, que puede agarrar, chupar, succionar, morder... Si le ofreces trocitos pequeños que se mete enteros en la boca, puede encontrar más dificultad para controlarlos.
Este proceso gradual puede demorarse meses, no es necesario tratar de acelerarlo. Debe respetarse un ritmo en el que tanto el niñ@ como tú se sientan cómodos.

Además, es importante tener presente que el alimento básico en la dieta del bebé durante el primer año de vida es la leche. Por lo tanto, los meses que transcurren desde el inicio de la introducción de los alimentos complementarios hasta el año (aproximadamente) tienen una función más de aproximación, experimentación y habituación a los nuevos alimentos (sabores, texturas, olores...). Realmente, a partir de los seis meses (aproximadamente), las necesidades nutricionales de los bebés estarían cubiertas con la leche y un aporte adicional de hierro que se obtiene con la ingesta de carne de ternera o pollo (y si el niño se niega a comer, se le puede dar el hierro en gotas y problema resuelto). Sin embargo, se comienzan a introducir el resto de alimentos para habituar al niño a los mismos. En estos meses encontramos una gran oportunidad para sentar las bases de unos hábitos de alimentación adecuados y de una relación emocionalmente sana con la propia alimentación. Al entender esto nos damos cuenta de que la cantidad de alimento que ingiera el bebé no es lo importante, pues se trata de fomentar la calidad de la relación con la comida más que la cantidad de alimento ingerido (nunca debemos obligar a un bebé a comer). 

Por otra parte, la alimentación complementaria autorregulada no se basa únicamente en evitar triturados. Sobre todo se basa en permitir al bebé la exploración de los alimentos, tomar la decisión por sí mismo de llevárselos a la boca, establecer el ritmo y la cantidad de ingesta. Estos aspectos los puedes llevar a cabo a lo largo de todo el proceso paulatino hasta que te sientas segur@ para ofrecerle los alimentos enteros.

Por último, quisiera recordar de nuevo la importancia de que el momento de la comida del bebé lleve asociado un estado emocional positivo por tu parte, pues tu bebé experimentará tus estados emocionales y los asociará a su propia alimentación."

El texto en comillas ha sido adaptado de una respuesta que ha dado Mónica Serrano, Psicóloga Infantil, experta en Maternidad, Lactancia y Crianza (http://www.psicologiaycrianza.com/) a una madre que quería dar comida en trozos de un comienzo a su hija pero se asustaba mucho de verla atragantarse.