¿Tienes alguien insistente (suegr@/marido/amig@) que te regaña
por "malcriar" a tu bebé por cogerlo cada vez que llora?
Bueno, ahora puedes decirles que tus instintos estaban en lo correcto desde el principio.
Una nueva investigación ha encontrado que los niños más abrazados, con libertad de juego, y que se sienten apoyados por sus padres en la infancia, crecen
para ser adultos más sanos, menos depresivos, más amables, más empáticos y más
productivos.
En un artículo
publicado en la revista Applied Developmental Science (Ciencias Aplicadas del Desarrollo), la profesora de
psicología Darcia Narvaez de la Universidad de Notre Dame junto a profesores asociados de psicología, mostraron
que las experiencias infantiles que concuerdan con las necesidades evolutivas conducen a mejores resultados en la adultez.
Según Narváez,
una de las razones por las que el bienestar de los niños en Estados
Unidos está por detrás de la de los niños en otras naciones avanzadas es
porque "hemos olvidado que somos mamíferos sociales, con necesidades evolutivas
específicas desde el nacimiento".
La profesora dijo que la investigación demostró que era imposible "dañar" a los niños con abrazos y que mientras más pequeños los reciban, mejor. Por otro lado, explica que dejarlos llorar puede "arruinar"
su desarrollo.
"Lo que hacen los padres en los primeros meses y años de vida de un niño afecta la forma en que el cerebro va a crecer por el resto de sus vidas. Mucho estar en brazos, contacto físico y ser mecidos, es lo que los bebés esperan", dice la profesora Narváez. "Ellos crecen mejor de esa manera. Y hay que mantenerlos en calma, porque todos sus sistemas están estableciendo la forma en que van a trabajar a futuro. Si lo dejas llorar mucho, esos sistemas se activarán fácilmente ante el estrés. Podemos ver esto en la edad adulta, que las personas que no se cuidan bien, tienden a ser más reactivos ante el estrés y les cuesta más auto-tranquilizante".
"Lo que hacen los padres en los primeros meses y años de vida de un niño afecta la forma en que el cerebro va a crecer por el resto de sus vidas. Mucho estar en brazos, contacto físico y ser mecidos, es lo que los bebés esperan", dice la profesora Narváez. "Ellos crecen mejor de esa manera. Y hay que mantenerlos en calma, porque todos sus sistemas están estableciendo la forma en que van a trabajar a futuro. Si lo dejas llorar mucho, esos sistemas se activarán fácilmente ante el estrés. Podemos ver esto en la edad adulta, que las personas que no se cuidan bien, tienden a ser más reactivos ante el estrés y les cuesta más auto-tranquilizante".
La nueva investigación, que estudió a más de 600 adultos, encontró que aquellos que fueron más abrazados, con más juego libre y con sus padres, y con un mayor apoyo paterno en la infancia, crecieron como adultos mejor ajustados, con menos ansiedad y mejor salud mental. El estudio también encontró que, junto con caricias, una infancia positiva con mucho afecto y tiempo de calidad también condujo a adultos más saludables, con mejores habilidades de afrontamiento.
"Nuestra
investigación muestra que cuando no proporcionamos a los niños lo
que evolutivamente necesitan, se convierten en adultos con capacidades
sociales y morales disminuidas", dijo Narvaez. "Con el estrés tóxico en la infancia, las cosas buenas no tienen la oportunidad de crecer y se convierten en estrés reactivo. Es difícil ser compasivo cuando usted está enfocado en sí mismo. Podemos ver adultos alrededor de nosotros que fueron traumatizados o descuidados en momentos críticos para su desarrollo. "
(pueden ver este corto video sobre lo que es el estrés tóxico, y sus consecuencias en los primeros años).
La profesora Narvaez enfatiza en seis componentes:
- Experiencias calmantes, naturalistas perinatales.
- Capacidad de respuesta a las necesidades de un bebé (incluyendo sensibilidad a las señales del bebé antes de que el bebé llore).
- Presencia física constante con mucho contacto cariñoso.
- Amamantamiento extensivo.
- Interacciones lúdicas con cuidadores y amigos
- Una comunidad de cuidadores afectuosos y conscientes.
- Experiencias calmantes, naturalistas perinatales.
- Capacidad de respuesta a las necesidades de un bebé (incluyendo sensibilidad a las señales del bebé antes de que el bebé llore).
- Presencia física constante con mucho contacto cariñoso.
- Amamantamiento extensivo.
- Interacciones lúdicas con cuidadores y amigos
- Una comunidad de cuidadores afectuosos y conscientes.
En una
investigación anterior, Narvaez y sus colegas encontraron que los niños
que experimentaron más de estas componentes, muestran,
por ejemplo, más empatía, autocontrol y conciencia.
Los hallazgos de la profesora Narvaez están respaldados por la investigación de un pediatra de renombre mundial, el Dr. Armeet Singh, de la clínica Unitypoint en Iowa, que sugiere que mostrar amor y afecto a un bebé angustiado y lloroso es crítico para el desarrollo, porque establece las bases de una relación fuerte:
"Los primeros cuatro a seis meses de vida de los bebés, son uno de
los momentos más importantes para que los bebés desarrollen ese vínculo
especial con sus padres y sus cuidadores primarios", dice Singh. "Ahora esos son los momentos en los que definitivamente alentamos a
las familias a que en cualquier momento que un bebé esté llorando, está buscando a
alguien que le ayude, y necesitamos responder a ese llanto".
Fuentes: