Ocurre,
a veces, que confundimos respeto con descuido, libertad con abandono,
espacio propio con falta de atención, atención con sobreprotección...
La crianza respetuosa es una crianza con consciencia. La crianza con apego, es una crianza desde el corazón, bien conectado, bien ajustado; hacia el corazón de nuestros pequeños.
Una Crianza Respetuosa:
- No es dejarles hacer todo lo que quieren. Es entender qué necesitan. Saber si aquello que necesitan está dentro de nuestras posibilidades, de las posibilidades de la situación; y si es así, respetar esa necesidad, y darles la libertad necesaria para satisfacerla.
- No es darles todo lo que te pidan. Es entender qué te están pidiendo, y por qué. Es estar atentos a si se trata de una necesidad genuina, o no. Es confiar en su autorregulación, y también en nuestra capacidad de percepción, de cuidado. Y darles lo que sintamos que a todos nos viene bien.
- No es educar sin límites. Es establecer unos límites justos, adecuados a las situaciones, y a las necesidades: Tanto las de ellos, como las de nosotros.
- No es anteponer sus necesidades, todo el tiempo, a las nuestras. Es encontrar el equilibrio, para que en la medida de lo posible, todos seamos felices: Tanto mayores, como pequeños.
- No es dejarles solos. Es dejarles el espacio preciso, atentos a si realmente necesitan nuestra intervención. Es permanecer a una distancia adecuada, y estar disponibles para, si la necesitan, ofrecérsela.
- No es darles todo el poder de decisión. Es hacerles partícipes del proceso, dejándoles la posibilidad de elección en los asuntos que entendemos que pueden hacerlo. Es estar atentos a qué responsabilidades están preparados para asumir, y darles la oportunidad de asumirlas. Y los adultos, tomar las nuestras.
- No es no intervenir. Es estar atentos, muy atentos, a qué realmente necesitan de nosotros, en cada momento. Y dárselo. Es dejarles la oportunidad de equivocarse, de cometer errores, de volverlo a intentar; como parte del aprendizaje. Sin descuidar, sin estorbar.
- No es no poner consecuencias a su comportamiento. Es entender qué les hace comportarse así, y hacerles entender también a ellos, en la medida de sus posibilidades, de cada momento. Es proponer consecuencias consecuentes a los motivos de su conducta, y no (o no sólo) al resultado final.
- No es evitar los conflictos. Es abordar estos conflictos de manera calmada, consecuente, amorosa; y resolverlos constructivamente, para aprender de ellos todos juntos.
- No es tratarlos como si fueran más importantes que nosotros, personas adultas. Es tratarlos, y tratarnos a nosotros mismos, como los seres maravillosos que somos. Es verlos y comprenderlos en toda su belleza, en toda su grandeza, todo su potencial. Y también en toda su fragilidad, toda su necesidad de amor, todo su proceso de aprendizaje. Exactamente igual que nosotros.
Como en tantos otros aspectos de la vida, difícilmente vamos a estar siempre conectados, sabios, calmados, equilibrados... para cumplir todos los “requisitos”.
No, no somos perfectas ni perfectos. Es, como tantas otras cuestiones, un proceso, de aprendizaje, de autoconocimiento, de crecimiento. Tendremos días y días, momentos y momentos; y lo realmente importante es que pongamos nuestra consciencia en mantener la dirección.
Una crianza respetuosa exige un alto nivel de implicación. Para estar presentes, atentos, conectados con nosotros y con ellos.
Una crianza respetuosa implica un alto nivel de consciencia. Hacia nosotros mismos, y hacia nuestros hijos. De conocimiento de nuestras capacidades, nuestras necesidades, nuestras emociones... y de las suyas.
Una crianza respetuosa implica un alto respeto... hacia nuestros hijos, y hacia nosotros mismos.
Y también, es así cómo la crianza puede ser la mayor oportunidad de crecer en el amor, que nos otorga la vida.
Pintura: Katie m. Berggren
Texto adaptado de: http://amapsicologia.org/ blog/ crianza-respetuosa-diez-mal entendidos/
La crianza respetuosa es una crianza con consciencia. La crianza con apego, es una crianza desde el corazón, bien conectado, bien ajustado; hacia el corazón de nuestros pequeños.
Una Crianza Respetuosa:
- No es dejarles hacer todo lo que quieren. Es entender qué necesitan. Saber si aquello que necesitan está dentro de nuestras posibilidades, de las posibilidades de la situación; y si es así, respetar esa necesidad, y darles la libertad necesaria para satisfacerla.
- No es darles todo lo que te pidan. Es entender qué te están pidiendo, y por qué. Es estar atentos a si se trata de una necesidad genuina, o no. Es confiar en su autorregulación, y también en nuestra capacidad de percepción, de cuidado. Y darles lo que sintamos que a todos nos viene bien.
- No es educar sin límites. Es establecer unos límites justos, adecuados a las situaciones, y a las necesidades: Tanto las de ellos, como las de nosotros.
- No es anteponer sus necesidades, todo el tiempo, a las nuestras. Es encontrar el equilibrio, para que en la medida de lo posible, todos seamos felices: Tanto mayores, como pequeños.
- No es dejarles solos. Es dejarles el espacio preciso, atentos a si realmente necesitan nuestra intervención. Es permanecer a una distancia adecuada, y estar disponibles para, si la necesitan, ofrecérsela.
- No es darles todo el poder de decisión. Es hacerles partícipes del proceso, dejándoles la posibilidad de elección en los asuntos que entendemos que pueden hacerlo. Es estar atentos a qué responsabilidades están preparados para asumir, y darles la oportunidad de asumirlas. Y los adultos, tomar las nuestras.
- No es no intervenir. Es estar atentos, muy atentos, a qué realmente necesitan de nosotros, en cada momento. Y dárselo. Es dejarles la oportunidad de equivocarse, de cometer errores, de volverlo a intentar; como parte del aprendizaje. Sin descuidar, sin estorbar.
- No es no poner consecuencias a su comportamiento. Es entender qué les hace comportarse así, y hacerles entender también a ellos, en la medida de sus posibilidades, de cada momento. Es proponer consecuencias consecuentes a los motivos de su conducta, y no (o no sólo) al resultado final.
- No es evitar los conflictos. Es abordar estos conflictos de manera calmada, consecuente, amorosa; y resolverlos constructivamente, para aprender de ellos todos juntos.
- No es tratarlos como si fueran más importantes que nosotros, personas adultas. Es tratarlos, y tratarnos a nosotros mismos, como los seres maravillosos que somos. Es verlos y comprenderlos en toda su belleza, en toda su grandeza, todo su potencial. Y también en toda su fragilidad, toda su necesidad de amor, todo su proceso de aprendizaje. Exactamente igual que nosotros.
Como en tantos otros aspectos de la vida, difícilmente vamos a estar siempre conectados, sabios, calmados, equilibrados... para cumplir todos los “requisitos”.
No, no somos perfectas ni perfectos. Es, como tantas otras cuestiones, un proceso, de aprendizaje, de autoconocimiento, de crecimiento. Tendremos días y días, momentos y momentos; y lo realmente importante es que pongamos nuestra consciencia en mantener la dirección.
Una crianza respetuosa exige un alto nivel de implicación. Para estar presentes, atentos, conectados con nosotros y con ellos.
Una crianza respetuosa implica un alto nivel de consciencia. Hacia nosotros mismos, y hacia nuestros hijos. De conocimiento de nuestras capacidades, nuestras necesidades, nuestras emociones... y de las suyas.
Una crianza respetuosa implica un alto respeto... hacia nuestros hijos, y hacia nosotros mismos.
Y también, es así cómo la crianza puede ser la mayor oportunidad de crecer en el amor, que nos otorga la vida.
Pintura: Katie m. Berggren
Texto adaptado de: http://amapsicologia.org/