martes, 28 de octubre de 2014

Lactancia materna y las caries

Mucha gente cree que la lactancia (especialmente la lactancia nocturna) es uno de los factores que influyen en la aparición de caries infantiles. Sin embargo, la evidencia parece mostrar que la lactancia SI influye en la salud bucal del niño, pero de manera POSITIVA. 

En un estudio realizado sobre 600 pacientes en la clínica de Odontopediatría de la Universidad Autónoma de Tamaulipas (México), se pudo observar que los pacientes que habían recibido lactancia por más tiempo eran quienes menos problemas de caries presentaban (ver la gráfica).

  
La odontóloga Irene Iglesias Rubio (Centro Dental E-boca, España) también nos explica qué factores juegan a favor de la leche materna cuando se habla de la salud bucal:
  • Al mamar el niño aprende a respirar por la nariz, lo que hace que se estimule el crecimiento del tercio medio de la cara. 
  • La lactancia hace que al mamar la mandíbula se desplace hacia atrás y adelante, disminuyendo el retrognatismo mandibular fisiológico del recién nacido. 
  • Los bebés, cuanto más tiempo son amamantados menos se chupan el dedo o recurren a chupetes: hay una relación inversa entre el tiempo de lactancia y los hábitos bucales nocivos. 
  • El bebé es capaz de controlar la longitud del pezón, su flexibilidad y el flujo de líquido, cosa que no puede hacer con tetinas ni chupetes. El pezón se coloca al final de la boca, en el límite entre paladar duro y paladar blando. No toca los dientes, cosa que sí sucede con los biberones 
  • Si el pezón no es ordeñado, no sale leche de forma continua. Aunque el bebé se duerma con el pezón en la boca, la leche no sigue saliendo. No se queda leche desbordando la boca. En el mismo acto en que el pezón se exprime, la leche es ingerida. Con el biberón sí existe ese riesgo, y de hecho es el mayor peligro. 
  • La lactosa es el azúcar que tiene la leche. Este azúcar se metaboliza en los dos monosacáridos que lo componen gracias a la lactasa, una enzima que se sintetiza en el intestino delgado. De esta forma en la boca no hay glucosa, las bacterias no obtienen glucosa de la lactosa en la boca, sino que la obtienen de otros azúcares como la fructosa. El riesgo pues es debido a la alimentación complementaria, no a la leche materna. En cualquiera de los casos, la lactosa es el azúcar menos cariogénico que existe.
  • La leche materna contiene enzimas e inmunoglobulinas que inhiben el crecimiento de las bacterias que producen caries. Así que, de hecho, LA LECHE MATERNA PREVIENE LA CARIES. 
  • La leche materna en realidad hace que se deposite calcio y fósforo en el esmalte. No causa una disminución significativa en el pH, al contrario de lo que piensan muchos dentistas. La leche humana no es cariogénica a menos que haya algún otro azúcar fermentable introducido por la dieta.
 
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Fuentes:
- "Lactancia materna: factor protector contra la caries", Maldonado, R.M.A., Torres, B.M., Issasi, H.H., Padilla, C.J., Chávez, P.A., Reyes. F.R., Oliver, P.R. Oral Año 11. Núm. 33. 2010. 553-556
- "Lactancia materna y caries", Irene Iglesias Rubio, Odontóloga, Centro Dental E-boca, http://www.aeped.es/sites/default/files/documentos/lactancia_materna_y_caries_para_matronas_y_pediatras.pdf

viernes, 24 de octubre de 2014

Alimentacion Infantil Libre de Papillas

Nuestro pediatra favorito, Carlos Gonzalez, dio una charla para TEDx Valencia sobre la introducción a la alimentación infantil, explicando por qué NO es necesario dar comida triturada ni licuada a los bebés.
Les dejo este pequeño extracto de mi parte favorita

"...El objetivo cuando le das la comida a los niños, NO es nutricional. Es EDUCACIONAL. Le damos otros alimentos, porque tiene que ir aprendendiendo a comer NORMAL. Hay que plantearse el objetivo a medio y largo plazo. ¿Qué quiero yo que coma mi hijo cuando tenga 2, 3, 5 o 7 años? ¿Quiero que coma un triturado, y que se lo tenga que dar yo, y que le tenga que tapar la nariz para que abra la boca, y le tenga que hacer el avión con la cuchara brum brum brum, y ponerle los teletubbies para que se distraiga?... Si no quieres llegar a eso, pues no te metas por ese camino.

El niño, para aprender a comer normal, necesita que le demos comida normal. Y lo que podría ser muy sencillo, muy fácil de aprender a los 6, 8 o 9 meses, se convierte en algo muy difícil a los 2 o 3 años. Que al final aprenden todos, eso es seguro... Cuando me encuentro con las madres que ya se han metido en este berenjenal, que ya tienen niños de 3 años que no mastican nada, y que si encuentran un trocito sin triturar en la papilla lo vomitan todo y se ponen a llorar y ya no comen más en todo el día, entonces lo que les digo es "no se preocupe que esto se arregla solo. Pase lo que pase yo se que su hijo masticará. Masticará si usted lo hace todo bien, y masticará si usted lo hace todo mal. Así que por si acaso no haga nada, y no corra el riesgo de hacerlo todo mal". ¿A qué llamo hacerlo todo mal? A criticar al niño, a burlarse de él, a castigarlo, a reñirle, a ridiculizarlo... Si nadie le dice nada, el niño comerá igual. El problema no es "a qué edad masticará mi hijo". El problema es si de aquí a que mastique vamos a ser todos, especialmente el niño, desgraciados o felices.

Ahora bien, cuando todavía estás a tiempo de no meterte en este berenjenal, lo que le digo a las madres es "dele comida normal y corriente". No estoy diciendo "que se coma la papilla que le toca, y después puede marranear con la comida". No, es que no le toca ninguna papilla. Es que simplemente tienes que dejarle la comida a su alcance... El niño está en tu regazo, tu estás comiendo, las cosas que por su edad todavía no puede comer las pones lejos, las cosas que por su edad si que puede comer se las pones más cerca, y tarde o temprano agarrará algo y se lo llevará a la boca. 

Ese niño que coje un guisante y se lo lleva a la boca está aprendiendo. Aprende a coger con la mano (que parece una tontería pero le llaman "psicomotricidad fina" y parece muy importante), aprende a llevárselo a la boca (que hay que acertarle al agujero), aprende a notar los diferentes sabores y texturas de los distintos alimentos, aprende a tomar decisiones, aprende a masticar (aunque no tengan dientes, un trozo de pan, un guisante, un trozo de zanahoria hervida, se mastican), aprende a deglutir sólidos y aprende sobre todo que comer es algo agradable. 
En cambio, el niño al que le meten la papilla enorme de triturado de verduras en la boca haciendo el avión o engañándole con el chupete... ese niño que se come una papilla entera, no ha aprendido ni a coger con la mano, ni a llevárselo a la boca, ni a masticar, ni a tragar, ni a tomar decisiones (que se lo van a meter tanto si quiere como si no), ni a deglutir, ni absolutamente a nada. Y encima, como ha tomado una cantidad enorme, estará peor alimentado. Porque esa papilla de verduras no lleva proteínas, no lleva grasas, apenas lleva vitaminas... En cambio el otro niño que apenas se va a comer un par de guisantes, un trocito de pollo y dos fideos, como después tomará mucha leche, estará mucho mejor alimentado..."

Pueden ver el video completo (18 minutos) acá



lunes, 20 de octubre de 2014

Lactancia Materna: La importancia de dar realmente "a demanda"

En su libro “Mi niño no me come”, el pediatra español Carlos Gonzalez nos explica de manera muy sencilla por qué la lactancia materna debe ser siempre A DEMANDA (y no con horarios o tiempos por lado flexibles, sino realmente a demanda).

"La leche materna no es un alimento muerto, sino un tejido vivo, en constante evolución. La cantidad de grasa en la leche aumenta mucho a lo largo de la mamada: la leche que sale al principio tiene poca grasa, y la que sale al final tiene hasta cinco veces más.
La cantidad media de grasa en la leche en una determinada mamada depende de cuatro factores:
- disminuye con el tiempo transcurrido desde la mamada anterior (cuanto más tiempo, menos grasa)
- aumenta con la concentración de grasa al final de la mamada anterior
- depende del volumen ingerido en la mamada anterior
- depende del volumen ingerido en la mamada actual.
El niño que toma dos pechos raramente se acaba el segundo, así que podríamos decir, simplificando mucho, que toma dos tercios de leche aguada, y un tercio de leche concentrada. En cambio, el que toma un solo pecho toma mitad de aguada y mitad de concentrada. Si toma leche con menos grasas (y, por tanto, con menos calorías), su hijo puede aceptar un volumen mayor, y por tanto tomar más proteínas... De modo que el bebé que toma 50 ml de cada pecho no está tomando lo mismo que el que toma 100 ml de un solo pecho; y la dieta del que toma 80 ml cada dos horas y del que mama 160 ml cada cuatro horas son totalmente distintas.

Se ha observado que un pecho suele producir leche con más proteínas que el otro. Tal vez sea pura casualidad... o tal vez su hijo pueda elegir, mamando más de un pecho o del otro, una comida con más o menos proteínas.
¿Creía que su hijo comía siempre lo mismo? ¿Pensaba que sería aburrido pasar meses tomando sólo leche? Pues ya ve que con la leche materna no es así. Su hijo tiene a su disposición una amplia carta donde elegir, desde sopas ligeras hasta cremosos postres. Como no puede hablar (ni el pecho podría entenderlo, por otra parte), encarga su menú dando instrucciones al pecho mediante tres claves:
1. La cantidad de leche que toma en cada mamada (es decir, mamando más o menos tiempo con mayor o menor intensidad).
2. El tiempo entre una mamada y otra.
3. El tomar de un solo pecho o de los dos.
Lo que su hijo hace en el pecho es auténtica ingeniería, para obtener cada día exactamente lo que necesita. El control de su hijo sobre su dieta es total y perfecto cuando puede variar a voluntad las tres claves. En eso consiste la lactancia a demanda: que el bebé decida cuándo ha de mamar, durante cuánto tiempo y si ha de tomar un pecho o los dos.

Cuando se les impide controlar uno de los mecanismos, la mayoría de los bebés consiguen una dieta adecuada maniobrando hábilmente con los otros dos. Así, en un experimento, a unos bebés les dieron siempre un solo pecho en cada toma durante una semana, y los dos pechos en cada toma en otra semana (el orden de las semanas era al azar). En teoría, los bebés hubieran ingerido muchísima más grasa a lo largo del día al tomar un solo pecho que al tomar dos. Sin embargo, los bebés modificaron espontáneamente la frecuencia y duración de las mamadas y consiguieron tomar cantidades similares de grasa (pero volúmenes distintos de leche).
Pero el bebé que no puede modificar ni la frecuencia ni la duración de las tomas, ni decidir si toma un pecho o los dos, está perdido: ya no tomará la leche que necesita, sino la que por casualidad «le toque». Si su dieta se aparta mucho de sus necesidades, el bebé tendrá problemas: su peso no será adecuado, o pasará el día hambriento y lloroso. Por eso la lactancia con horario raramente funciona, y el resultado es tanto más catastrófico cuanto más estricto se pretende imponer el horario.

El bebé necesita mamar de forma irregular, porque sólo así puede ingerir una dieta equilibrada. Desde el primer día, aunque aparentemente esté tomando sólo leche, su hijo ha estado eligiendo su dieta entre un amplio abanico de posibilidades, y ha elegido siempre con acierto, tanto en cantidad como en calidad."


jueves, 9 de octubre de 2014

La primera hora, y el método canguro

Siempre que se habla de la importancia del "método canguro" (cargar al bebé desnudo sobre el pecho también desnudo de la madre o padre, piel con piel), se piensa en los bebés prematuros. 
Existen muchos estudios que demuestran la importancia de utilizar este método con bebés prematuros, ya que evolucionan más rápido, y presentan menores complicaciones futuras. Incluso se han salvado vidas de bebés prematuros gracias a este método. Sin embargo, el método es beneficioso para todos los bebés, hayan nacido antes de tiempo o no, así como para todas las madres, e incluso para los padres, quienes pueden involucrarse de una manera más activa con sus bebés.

La importancia del contacto en la primera hora

Cuando un bebé es dejado en contacto piel con piel con su madre tras el nacimiento, se observan nueve etapas en el recién nacido, que ocurren en un orden específico, y que son innatas e instintivas para un bebé:
1) El grito: Primer sonido tras el nacimiento para permitir que los pulmones del bebé se expandan (no todos los bebés lloran o gritan, y tampoco es necesario darles una nalgada si no lo hacen. Puede que respiren sin llorar, y eso no significa que no haya expansión de pulmones. Ellos saben lo que necesitan y cuándo hacerlo).
2) Relajación: Cuando el grito se ha detenido, y el bebé es colocado piel con piel con la madre, se puede observar como se relaja tras el agitamiento del parto.
3) Despertar: Unos 3 minutos después del nacimiento, comienzan los movimientos del recién nacido.
4) Actividad: Cerca de los 8 minutos, comienza a mostrar vigorosos signos de enraizamiento. Movimientos más activos, como cuando se está reconociendo territorio.
5) Descanso: El bebé tiene períodos de descanso entre periodos activos durante toda la primera hora.
6) Arrastre: Una media hora después de nacer, el bebé se mueve activamente hacia el pecho y el pezón.
7) Familiarización: El bebé lame el pezón, tocando y masajeando el pecho de la madre.
8) Succión: El bebé agarra el pezón con su boca, se adhiere y empieza a mamar.
9) Sueño: después de una lactancia exitosa, madre e hijo pueden caer en un sueño reparador (en el plazo de 1 1/2 a 2 horas después del nacimiento).

Este maravilloso video muestra todas estas etapas resumidas en casi 4 minutos de video


Estas etapas tan importantes son muchas veces modificados, interrumpidas y afectadas adversamente por los medicamentos y las intervenciones utilizadas durante el trabajo de parto, el parto mismo, y el post parto.

La primera hora después del nacimiento de un bebé es un momento mágico y valiosísimo para madre e hijo, para generar lazos y establecer la lactancia. Existen ventajas físicas y psicológicas bien documentadas sobre aquella vieja práctica conocida como "método canguro". 

¿Qué se debería hacer entonces en la primera hora tras el parto? 
- Poner al bebé desnudo, en posición de ranita, sobre el pecho de la madre.
- Mamá y bebé deben ser cubiertos con una manta, dejando la cabeza del bebé fuera.
- Mamá y bebé deberían descansar sin interrupciones, piel con piel, durante 1 a 2 horas después del nacimiento.
- Durante esta "hora feliz" especial, cualquier prueba o procedimiento médico necesario se puede realizar con el bebé sobre la madre.
- Si ambos están médicamente estables, se pueden retrasar las mediciones del bebé hasta que el contacto piel con piel se haya establecido y el bebé haya amamantado.
- Si la madre ha tomado algún medicamento que perjudique su capacidad de permanecer despierta o de sostener a su bebé, se la debe ayudar a hacerlo.

Durante los primeros días, e incluso meses, se puede utilizar este método durante un par de horas al día, lo que ayuda al bebé a mantener la calma, y genera mejores vínculos con sus padres.
El padre también puede utilizar este método. Por ejemplo, en caso de que la madre presente complicaciones que requieran atención tras el parto, el padre puede sostener al bebé piel con piel mientras ella se recupera. También pueden realizarlo a diario, de forma rutinaria, por ejemplo tras el baño, para calmar al bebé que llora, o simplemente para pasar un tiempo estrechando vínculos. 


Los beneficios de el método canguro incluyen: 
- El bebé mantiene mejor la temperatura.
- La frecuencia cardiaca y respiratoria del bebé se estabilizan.
- El bebé se relaja al escuchar los latidos del corazón de su madre (o padre).
- El bebé está más calmado. Aumenta la oxitocina en su sangre, aumentando la sensación de bienestar y bajando las hormonas del estrés.
- El bebé llora menos, lo cual también reduce las hormonas del estrés y permite que el cerebro se desarrolle de manera óptima.
- El suministro de leche materna aumenta debido a la estimulación directa del pecho. 
- El bebé gana peso más rápido.
- La madre también genera más oxitocina, lo que ayuda a expulsar la placenta, reduce la hemorragia postparto, ayuda a contraer el útero, y aumenta la producción de leche. Esta hormona además es conocida como "la hormona del amor", y dispara los sentimientos de amor de la madre hacia su hijo, tornándola más sensible a sus necesidades, y disminuyendo el riesgo de sufrir de depresión postparto.
- Se genera un mejor vínculo madre-hijo, dando más estabilidad y seguridad al niño, lo que a futuro se verá reflejado en sus relaciones con otras personas.
- Otros miembros de la familia también pueden generar lazos con el bebé usando el método canguro.

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Fuentes: 

martes, 30 de septiembre de 2014

Métodos conductistas: esos que usa la "supernanny"

Los métodos conductistas de crianza, como los que se utilizan en la serie de TV "Supernanny", son métodos que sólo se enfocan en la conducta, ignorando por completo los sentimientos o necesidades que han llevado a ese comportamiento, y la personalidad única de cada niño. Buscan modificar comportamientos en base al esímulo y el castigo, sin importar si son comportamientos normales para la edad o no.

Estos métodos son contrarios a una crianza respetuosa. La mayoría de las actitudes que se pretenden modificar son normales para la edad, y los padres no han sabido entenderlo, o no están dispuestos a asumirlo, y por lo tanto se intenta que los niños se comporten como los padres desean. En el programa de TV se expone a los niños sin su consentimiento, presentando a los padres como víctimas y a los niños como sus enemigos. No se duda en poner etiquetas feas a los pequeños (el terremoto, la más terrible, el que llora por todo...), y lo único que importa es que los padres queden felices con los resultados.

Analicemos algunos de estos métodos.

El time-out (tiempo fuera), conocido también como "la silla de pensar" (o cualquiera de sus variantes como mandar a los niños pequeños solos a su cuarto o a un rincón a pensar en lo que han hecho) NO les enseña a entender por qué estuvo mal lo que hicieron. Un niño pequeño no tiene la capacidad de reflexionar y entender por si solo si lo que ha hecho es correcto o no, y menos el por qué. Lo que aprende con estos métodos, es que cuando hace algo que a sus padres les parece incorrecto, entonces no lo quieren (y no quieren estar con él). Aprende que algo es malo por repetición y no porque realmente entienda las razones de fondo. Si lo mandan por haber hecho un berrinche, aprende que debe esconder sus emociones. Muchas veces incluso el niño llega a convencerse de que es un niño malo, y es posible que a futuro adopte el rol de "niño malo" y se comporte peor. Otros aprenden que es malo demostrar sus sentimientos, y se vuelven introvertidos, o peor, aprenden a vivir fingiendo y callando las cosas que les duelen o molestan, en vez de tratar de solucionarlas o sanarlas.  

El dejar llorar a los bebés para que "aprendan" a dormir de corrido es otro clásico ejemplo del conductismo. 
Los niños despiertan varias veces por la noche porque es la forma normal en la que ellos duermen, porque es lo que ha asegurado la supervivencia durante miles de años. Un bebé no sabe que está dentro de una casa, fuera de peligros, quizás incluso monitoreado por una cámara. Al despertar en la noche y verse sólo, es su instinto el que lo hace pedir compañía, y la única forma en que puede hacerlo, es llorando. 
El sueño es un proceso evolutivo, y un niño no nace con las mismas necesidades de sueño que un adulto, ni siquiera con las mismas fases de sueño. Los estudios muestran que al año de edad, solamente un 19% de los niños duerme de corrido, y a los 2 años solamente la mitad. Hacia los 4 a 6 años, el sueño del niño ya es más parecido al de un adulto.
El problema de hoy en día es que muchos padres no están dispuestos a acompañar a sus hijos en este proceso de maduración, y se espera que el niño se adapte a las rutinas de la casa lo antes posible, para que "no moleste". En muchos casos incluso, se ha hecho creer a los padres que sus hijos tienen un problema si no duermen de corrido, o peor aun, se los hace sentir culpables si no les "enseñan" a dormir. Por eso han surgido métodos de adiestramiento del sueño, la mayoría basados en dejarlos llorar, y que según quienes los han aplicado, parecen funcionar. ¿Pero funcionan para quien? Efectivamente, en la mayoría de los casos el bebé deja de llorar por las noches, después de algunas semanas de llanto prolongado (o meses en algunos casos que he escuchado, dependiendo de la personalidad y la edad del niño). Pero eso no significa que ha aprendido a dormir de corrido. Simplemente aprendió que llorar no vale la pena, que nadie va a ir a ayudarlo, y que si despierta durante la noche será el mismo quien deberá superar su miedo solo, y autoconsolarse hasta dormirse, en vez de gastar energías llorando en vano. 
¿Quiere usted que su hijo aprenda desde sus primeros meses que no puede contar con sus padres cuando su instinto le dice que debe llamarlos a gritos (pues no tiene otra forma)? Ni hablar de todas las secuelas que produce el llanto en solitario. Eso ya es tema para hacer otra nota completa, pero si te interesa conocer algunas de las consecuencias pincha la siguiente imágen.
Por cierto, la próxima vez que lea un estudio en el que se diga que a partir de los X meses un bebé tiene la capacidad de dormir toda la noche, fíjese bien a qué le llaman "toda la noche". La mayoría de esos estudios considera que la noche es desde la medianoche hasta las 5 AM, es decir, sólo 5 horas. Y en muchos de esos, ni siquiera importa si el bebé se despierta entre medio o no. Mientras no llore, se dice que durmió de corrido. 

Los métodos de puntajes, o de premios y castigos, también parecen funcionar a corto plazo. ¿Pero a largo plazo, qué le estamos enseñando al niño? En vez de enseñarle que debe hacer algo por las razones reales, le enseñamos que debe hacerlo por ganar un premio. "Si te lavas los dientes toda la semana te compro un juguete", "Si te comes todo te llevo al cine", "Si me ayudas a lavar el auto te pago".  ¿Quiere usted tener que estar premiando a su hijo el resto de la vida cuando hace algo bueno? ¿No sería mejor que haga las cosas por su propio bien, o que nos ayude en casa porque también es su casa y le gusta verla ordenada, o simplemente porque es bueno ayudar? 
Lo mismo sucede con los castigos. Cuando se castiga una y otra vez por lo mismo, el niño no aprende por qué está mal hacer algo, sino que aprende que si lo hace los padres se enfadan y lo castigan. Y deja de hacerlo por miedo al castigo, no porque no se debe hacer.
A la larga tenemos adultos que sólo hacen las cosas por conveniencia, y que buscan la aprobación constante de sus pares. Cuántas veces le ha tocado oir la frase "lo ayudé y no me dio ni las gracias". Yo no puedo evitar preguntar "¿no te sientes bien de haber ayudado, o lo hiciste solamente para que te dieran las gracias?"  

Ya lo se, me van a decir que es imposible evitar los premios o los halagos siempre. Y estoy totalmente de acuerdo. De hecho creo que los halagos son necesarios, especialmente con los niños pequeños. Pero no en el sentido de decir "que bueno eres por hacer tal cosa", sino en el sentido de animarlos, por ejemplo con un "eso!! que bien te llevas esa cuchara a la boca". ¿Se entiende la diferencia? Animar a repetir las cosas que va aprendiendo bien, no es lo mismo que decirle que es bueno o malo por lo que hace. Claramente no es lo mismo decir "eres malo porque le pegaste a Juanita" que decir "A Juanita no le gusta que le peguen, le duele".

Obviamente no hay que interpretar la falta de premios como una falta de consecuencias o condiciones para todas las acciones. Por ejemplo, si un niño quiere cruzar la calle, debería tomar la mano de un adulto. Si mi hijo quiere salir a jugar al jardín y hace frío, se tiene que poner la chaqueta. Pero no es porque salir sea un premio por ponerse la chaqueta. La chaqueta es una necesidad para salir, para evitar que se enferme, y si no quiere salir, entonces no se la tiene que poner. La clave está en la relación. ¿Qué tiene que ver lavarse los dientes con darle un juguete, o comerse la comida con ir al cine? Nada. En esos casos el niño no aprende la causa real de lo que está haciendo. Pero si me dice que no quiere almorzar porque no tiene hambre, entonces tampoco puede tener hambre para un chocolate. ¿No creen? Las dos cosas si están relacionadas, pero no puedo esperar que coma la comida a cambio de llevarlo de paseo, porque no tiene nada que ver.
 


No queremos enseñar a nuestros hijos a hacer cosas buenas sólo para recibir recompensas y a no hacer cosas malas sólo para evitar ser castigados. Tampoco queremos que aprendan a esconder sentimientos "malos" por miedo a que sus padres los dejen de querer (y pongo malos entre comillas, porque algunos como la ira, la tristeza o la rabia son mal vistos por muchos, pero son necesarios y parte de todo ser humano). 

Los métodos conductistas son métodos de adiestramiento, y por lo mismo, no deberían ser utilizados en seres humanos, pues las personas no deberíamos ser amaestradas. De hecho, estos métodos se basan en los trabajos de J. B. Watson y B. F. Skinner, cuyos experimentos se realizaron principalmente con ratas y palomas. Se ignoran, por ejemplo, los deseos, aptitudes o sentimientos de las personas, asumiendo que todo animal (incluído el ser humano) puede aprender a reaccionar de la misma forma ante un estímulo. De hecho, una de las frases más conocidas de Watson fue: "Dadme una docena de niños sanos, bien formados, para que los eduque, y yo me comprometo a elegir uno de ellos al azar, adiestrarlo para que se convierta en un especialista de cualquier tipo que yo pueda escoger - medico, abogado, artista, hombre de negocios e incluso mendigo o ladrón - presciendiendo de su talento, inclinaciones, tendencias, aptitudes, vocaciones y raza de sus antepasados." O sea... haré lo que quiera con el niño sin importar lo que él quiera.

Respetemos los tiempos, los sentimientos y las diferencias. Cada niño es un ser único, con distintos gustos, necesidades, aptitudes, y debe ser valorado por lo que es y no por lo que hace. 

Enseñemos a nuestros hijos a hacer el bien con el ejemplo, tratándolos bien a ellos antes que todo, respetando y comprendiendo sus procesos y sus diferencias (que no nacen adultos, y no tienen por qué comportarse como uno). A ser buenos con el mundo que los rodea porque toda la gente merece ser bien tratada, y porque hacer el bien se siente bien (¿o no se sienten felices ustedes cuando ayudan a alguien de corazón, simplemente porque si?). Y eduquemos adultos que no tengan miedo de sus sentimientos, que sepan consolar a quien lo necesite en vez de burlarse o castigar, y que tengan la seguridad de que la gente que los rodea, en especial sus padres, los quieren por lo que son, y no por lo que hacen.

Como un ejemplo de que existe otra forma de hacer las cosas, les comparto algunas alternativas al tiempo fuera, mucho más respetuosas, y que SI enseñan. Ayudan al niño a crecer de forma segura y en paz con sus emociones, mantendiendo también una mejor relación padre/hijo

lunes, 15 de septiembre de 2014

El hierro y la lactancia


Por Carlos Gonzalez

La leche materna es pobre en hierro, pero ese hierro se absorbe muy bien, mejor que el de cualquier otro alimento. La de vaca también es pobre en hierro, que además se absorbe muy mal. Y la leche de todos los mamíferos que se han analizado es pobre en hierro. Cuando a una madre se le dan suplementos de hierro, la cantidad de hierro en su leche no aumenta. Lo cual resulta muy llamativo, porque si a esa misma madre le damos una aspirina, la cantidad de aspirina en su leche sí que aumenta. Existe, al parecer, un mecanismo biológico que impide, activamente, que en la leche haya demasiado hierro. ¿Será que el exceso de hierro no es bueno para las crías? Se dice (pero no hay pruebas, que yo sepa) que el exceso de hierro en el tubo digestivo del bebé podría facilitar la diarrea, porque varios de los microbios malos que producen diarrea necesitan mucho hierro para vivir, mientras que los microbios buenos, los lactobacilos que forman la flora digestiva de los niños de pecho, pueden vivir con muy poco hierro. En un par de estudios, los niños sanos, sin anemia, a los que se daban suplementos preventivos de hierro, al cumplir el año pesaban y medían un poco menos que los del grupo control, sin suplementos de hierro. Parece que darle mucho hierro a un bebé que no lo necesita no es del todo inocuo, y tal vez convendría evitarlo (estoy hablando de los que no lo necesitan. Si su hijo tiene anemia y le han mandado hierro, por supuesto que se lo tiene que dar).

Y si la leche tiene poco hierro, ¿por qué no tienen anemia todos los bebés, desde que nacen? ¿De dónde sacan el hierro? No lo sacan de ningún sitio; los niños ya nacen con depósitos de hierro.

El hierro forma parte de la hemoglobina, la molécula que transporta el oxígeno por la sangre. El feto toma el oxígeno de la sangre de la madre, a través de la placenta. Imagine la placenta como una red, a uno y otro lado dos equipos juegan a pasarse la pelota. El que se queda la pelota gana. Pero la naturaleza no puede permitir que la madre gane ese partido; si la madre se queda con el oxígeno, su hijo muere. Así que hace trampas. El equipo del feto tiene más jugadores, y son todos profesionales. El feto tiene un tipo de hemoglobina especial, la hemoglobina fetal, que se engancha más fuerte al oxígeno que la hemoglobina normal. Y además tiene muchísimos glóbulos rojos, más (por mililitro) que su madre e incluso más que su padre (los varones adultos tienen más glóbulos rojos que las mujeres; pero el feto tiene todavía más).

El resultado es que, cuando nace, el feto tiene un montón de glóbulos rojos sobrantes. Rápidamente se destruyen no solo los que sobran, sino todos, porque ya no necesita hemoglobina fetal. Y al mismo tiempo se van fabricando los nuevos glóbulos rojos, con hemoglobina normal. La hemoglobina que se destruye se convierte en bilirrubina; por eso a los recién nacidos les sube un poco y se ponen ictéricos (amarillos). Entre el mes y los dos meses se alcanza el punto más bajo, cuando quedan pocos glóbulos rojos fetales pero aún no se han fabricado suficientes glóbulos normales, y el bebé tiene una anemia transitoria, la anemia fisiológica del lactante (fisiológico quiere decir que es normal, que no es ninguna enfermedad).

El hierro de aquellos glóbulos rojos sobrantes se almacena, y se va empleando poco a poco para fabricar nuevos glóbulos. Así que el gran problema es: ¿cuánto durarán los depósitos? Cuando el hierro almacenado se acabe, el poco hierro de la leche materna resultará insuficiente, y el bebé necesitará comer otros alimentos ricos en hierro.

Hace ya varias décadas se hicieron cuidadosos cálculos, y se llegó a la conclusión de que esos depósitos se pueden agotar entre los seis y los doce meses. Y eso coincide bastante bien con la realidad: a los seis meses se empiezan a ver algunos bebés con anemia, a los ocho meses algunos más, a los diez meses, más todavía... Basándose en aquellos datos se suele decir que «a partir de los seis meses, el hierro en la leche materna es insuficiente, y por lo tanto hay que introducir la alimentación complementaria». Pero, claro, eso es solo una simplificación muy exagerada. Sería más correcto decir: «A partir de los seis meses, algunos bebés pueden necesitar alimentación complementaria, mientras que otros tienen suficiente hierro solo con el pecho hasta los doce meses» (o puede que más). El problema es saber quién necesita hierro y quién no.

Esos cálculos se hicieron en una época en que era costumbre pinzar y cortar el cordón umbilical nada más nacer. Hoy sabemos que es mejor cortarlo unos minutos después, y que así disminuyen los casos de anemia al año de edad.

El posible déficit de hierro a partir de los seis meses es uno de los principales argumentos para iniciar la alimentación complementaria a esa edad.

Muchos niños de pecho se niegan en redondo a comer otras cosas hasta los ocho o diez meses, o más; y cuando digo en redondo quiero decir que ni una cucharada. Y otros muchos apenas comen tres o cuatro cucharadas, y aquí viene otro desacuerdo sobre la nomenclatura, porque cuando un niño come tres cucharadas, las madres suelen decir: «No come nada»; pero yo digo: «Sí que come».

Personalmente, creo que los niños que se niegan a comer papillas es porque ya tienen hierro suficiente, y que en el momento en que necesiten hierro (o cualquier otra cosa) ya espabilarán para comer. Así que los padres lo único que tienen que hacer es ofrecerles alimentos ricos en hierro, y pueden quedarse tranquilos, tanto si el niño se los toma como si no. Pero es solo una creencia, no conozco ningún estudio científico que lo demuestre.

Otros creen todo lo contrario: que el déficit de hierro les hace perder el apetito, y por eso no quieren papillas y les falta aún más hierro y entran en un círcu lo vicioso. Y en esa situación, los padres no deberían estar nada tranquilos. Pero es solo otra creencia; tampoco conozco ninguna prueba científica.

En cualquier caso, cuando un niño se niega a comer no se le puede obligar. No solo es contrario a la ética (no se puede obligar a comer a un ser humano), sino que es inútil. Decenas de miles de madres pasan horas intentando que sus hijos coman, y no consiguen nada. El consejo (tantas veces escuchado) de «no darle teta, y así cuando tenga hambre ya comerá otra cosa» es absurdo y aberrante: la leche materna es el mejor alimento que existe, y contiene cientos de ingredientes; no tiene ninguna lógica privar a su hijo de todos ellos solo para que tome un poco más de hierro.

Hay una opción mucho más sencilla. Si el niño rechaza todas las papillas y solo quiere pecho, y los padres o el pediatra están preocupados por la posibilidad de que le falte hierro, solo tienen que hacerle un análisis. Si está bien, todos tranquilos, puede seguir sin papillas. Y si de verdad le falta hierro, pues se le dan unas gotitas de hierro, y santas pascuas. Con pecho y hierro puede seguir sin papillas todo el tiempo que quiera.
 

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Fuente: "Comer, amar, mamar" de Carlos Gonzalez

sábado, 13 de septiembre de 2014

La química corporal del apego

Cosas buenas suceden a las hormonas de las madres y los bebés que mantienen un apego seguro. Las hormonas regulan el sistema corporal y ayudan a reaccionar con el medio ambiente. Una de estas hormonas es el cortisol. Producido por las glándulas suprarrenales, una de sus tareas es ayudar a una persona a enfrentar el estrés y hacer ajustes repentinos ante situaciones amenazantes. Para que el cuerpo funcione de manera óptima, debe tener un balance adecuado de cortisol - muy poco y se apaga, demasiado y se angustia. El cortisol es una hormona que juega uno de los papeles más importante en las respuestas emocionales de una persona. Al revisar estudios sobre la química del apego, llegamos a la conclusión de que un apego seguro entre madre e hijo mantiene al bebé en equilibrio hormonal. Los lactantes con apego inseguro pueden acostumbrarse a tener un nivel hormonal bajo, lo que los convierten en bebés apáticos, o pueden tener constantemente altos los niveles hormonales del estrés, lo que los hace tener ansiedad crónica. Los bebés con un apego seguro, en cambio, parecen estar en un estado de bienestar hormonal, y debido a que están acostumbrados a ese sentimiento, se esfuerzan por mantenerlo. 
Los científicos están confirmando lo que las madres siempre han sabido: la presencia de la madre es importante para mantener la química que regula el comportamiento del bebé en equilibrio.
 
Además de ayudar a las hormonas del bebé, la crianza con apego también ayuda a la química corporal de la madre. El comportamiento maternal, especialmente la lactancia materna, generan un torrente de las hormonas prolactina y oxitocina. Estas "hormonas maternales" actúan como ayudantes biológicos, dando a las madres sentimientos maternales. Éstos podrían, de hecho, ser la base biológica de lo que comúnmente se conoce como "intuición de  madre". Los niveles de prolactina aumentan de diez a veinte veces dentro de los treinta minutos siguientes a que la madre comience a amamantar. La mayor parte de esa prolactina ha desaparecido nuevamente dentro de una hora. Es una sustancia de acción corta, así que para obtener una mejor respuesta, la madre debe amamantar con frecuencia - que es lo que los bebés quieren de todos modos. 

Las hormonas son ayudantes biológicos que mejoran el comportamiento del bebé y los cuidados que dará la madre. La elección de un estilo de crianza puede hacer que ellas trabajen para ti.


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Fuente: